lunes, 21 de septiembre de 2009

Esta noche cometí un error... debo asumirlo. Realicé una dramática y patética escena de desesperación, de esas con mocos y lágrimas que goteaban como lluvia estival. Fue un llanto sin dignidad, de esos en los que sólo hay un descontrol y autocompasión, en la que ya no quieres ser consolada, sólo es la urgente necesidad de llorar, no para disminuir el dolor, sino para aumentarlo en forma exponencial, para que colapse, para que el alma se haga pedazos, para que habiendo sido magnificado a su grado último, reviente, explosione, termine de una vez....sarcasmo autodirigido,lágrimas amargas de humillaciones reiteradas,añejas, de penas preexistentes,salobres de miserias, insípidas de afectos sinceros,maceradas de espantos....(palabras que me llevan  una vez más a Mario Benedetti). 

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