jueves, 3 de septiembre de 2009

ESCORZOS...de un tan Ángel...(alguien que no escribía más de "cuatro" palabras por línea)

"...¿A qué llorar por el caído fruto,


por el fracaso de ese deseo hondo?..."

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En este instante, breve y duro instante,


¡cuántas bocas de amor están unidas,

cuántas vidas se cuelgan de otras vida

exhaustas en su entrega palpitante!



Fugaz como el destello de un diamante,

¡qué de manos absurdamente asidas

quieren cerrar las más leves salidas

a su huida perpetua e incesante!



Lentos, aquí y allá, y adormecidos,

¡tantos labios elevan espirales

de besos!... Sí, en este instante, ahora



que ya pasó, que ya lo hube perdido,

del cual conservo sólo los cristales

rotos, primera ruina de la aurora.

(En este instante, breve, y duro instante...)




Te tuve




Te tuve

cuando eras

dulce,

acariciado mundo.

Realidad casi nube,

¡cómo te me volaste de los brazos!

Ahora te siento nuevamente.

No por tu luz, sino por tu corteza,

percibo tu inequívoca

presencia,

...agrios perfiles, duros meridianos,

¡áspero mundo para mis dos manos¡
 
 
 
Todos ustedes parecen felices...




...Y sonríen, a veces, cuando hablan.

Y se dicen , incluso,

palabras

de amor. Pero

se aman

de dos en dos

para

odiar de mil

en mil. Y guardan

toneladas de asco

por cada

milímetro de dicha.

Y parecen -nada

más que parecen- felices,

y hablan

con el fin de ocultar esa amargura

inevitable, y cuántas

veces no lo consiguen, como

no puedo yo ocultarla

por más tiempo; esta

desesperante, estéril, larga

ciega desolación por cualquier cosa

que -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.



¿Cómo seré...




¿Cómo seré o

cuando no sea yo?

Cuando el tiempo

haya modificado mi estructura,

y mi cuerpo sea otro,

otra mi sangre,

otros mis ojos y otros mis cabellos.

Pensaré en ti, tal vez.

Seguramente,

mis sucesivos cuerpos

-prolongándome, vivo, hacia la muerte-

se pasarán de mano en mano

de corazón a corazón,

de carne a carne,

el elemento misterioso

que determina mi tristeza

cuando te vas,

que me impulsa a buscarte ciegamente,

que me lleva a tu lado

sin remedio:

lo que la gente llama amor, en suma.



Y los ojos

-qué importa que no sean estos ojos-

te seguirán a donde vayas, fieles.

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